VARIABLES CRÍTICAS DE LA FORMACIÓN EN RED
Julio Cabero (2006). Bases Pedagógicas del elearning. enlace al articulo
La tecnología es la que da comienzo a la acción formativa, y debe ser lo más amigable y flexible posible,
pero en sí misma no es la variable crítica del sistema.
La experiencia docente más allá del aula de clases crea
un espacio formativo dependiente de variables que se interrelacionan entre los
contenidos, el rol del docente, el rol del estudiante, estrategias didácticas,
herramientas de comunicación, aspectos organizativos, eactividades, y modelos de evaluación, para una efectiva
praxis del proceso de enseñanza y aprendizaje. Asimismo las variables garantizan el éxito de las acciones
educativas apoyadas en la red, por tanto
deberán percibirse en interacción y no de forma aislada.
El papel del profesor es importante, también lo es el que desempeña el alumno,
ya que, si él no modifica el
papel
tradicional de receptor pasivo en la formación y se convierte en un receptor
activo y consciente de la misma, la acción educativa fracasará. Al mismo tiempo
es importante que el estudiante esté automotivado para el estudio.
Meyer (2002), tras revisar diferentes investigaciones, pone de manifiesto que los estudiantes en red deben poseer una serie de características distintivas, como son la motivación, la independencia y la autosuficiencia como estudiante, como variables que influyen en el aprendizaje obtenido por los estudiantes.
También
es necesario que el estudiante domine ciertas técnicas de trabajo intelectual,
sobre todo las referidas al
estudio independiente y a la realización de acciones apoyadas en el trabajo
colaborativo.
En
definitiva, el estudiante de e-learning deberá
dominar una serie de destrezas: conocer cuándo hay una necesidad de
información, identificar esta necesidad, saber trabajar con diferentes fuentes
y sistemas simbólicos, dominar la sobrecarga de información, evaluarla y
discriminar su calidad, organizarla, tener habilidad para la exposición de
pensamientos, ser eficaz en el uso de la información para dirigir el problema,
y saber comunicar la información encontrada a otros.
Por
otra parte, aunque la enseñanza en red se realiza en el ciberespacio, ello no
significa que no exista una estructura organizativa; es más, ésta llega a ser
más compleja que la necesaria para la enseñanza presencial, dada la poca experiencia
que tenemos en estos contextos para controlar las diferentes variables, y por
lo difuso y la cantidad de variables que
suelen incorporarse en estos entornos.
Las
respuestas organizativas que se dan a aspectos como la ratio profesor-alumnos o la diversidad de
personas se necesitan para poner en funcionamiento acciones educativas apoyadas
en la red, sistemas de apoyo establecidos para profesores y alumnos, etc.,
influirán sobre la calidad de la acción educativa que pongamos en
funcionamiento.
Por otra parte, la instrucción virtual demandará que los usuarios cuenten con un mínimo de competencias instrumentales
Al
mismo tiempo esta estructura
organizativa e institucional será de máxima importancia, por ejemplo, para
conseguir
la movilidad virtual de los estudiantes; aunque además de la misma se requerirá
la colaboración
entre
diversas instituciones. Esta movilidad virtual posiblemente sea uno de los
grandes retos que tendremos
que
asumir para la utilización de la teleformación dentro del Espacio Europeo de
Educación Superior.
También
las estrategias didácticas que
apliquemos redundarán en la calidad de la acción educativa, y al respecto diversas
son las posibilidades que se nos ofrecen, desde aquellas que están referidas a
la acción educativa individual hasta las que buscan el trabajo colaborativo entre
los diferentes participantes. Ello implicará la necesidad del dominio de un
fuerte repertorio de las mismas por parte del profesorado, que irá desde el estudio
de casos a los círculos de aprendizaje, pasando por la enseñanza basada en
problemas.
Desde el punto de vista planteado, una de las estrategias que debe desarrollarse con la
teleformación es el aprendizaje colaborativo y cooperativo, y ello pasa
inicialmente por la potenciación de la creación de un sentimiento de comunidad
entre los diferentes participantes, que será al mismo tiempo la base de una comunidad
virtual. Estas comunidades servirán, entre otras funciones, para resolver una
de las variables que más influye en el fracaso de las acciones de e-learning:
el sentido de aislamiento y de soledad de los estudiantes. Son comunidades para
las cuales el papel del profesor como tutor virtual y e-moderador
será
de máxima importancia.
Es conveniente, que se considere a los cambios progresivos de Red han permitido pasar de ser un
depositario de información a convertirse en un instrumento social para la elaboración
de conocimiento. Como recientemente han señalado Garrison et al. (2005),
es importante que, en todas las fases de aplicación, diseño y desarrollo de las
acciones de e-learning, los profesores tengan dos tipos de presencia: cognitiva
y social.
Y,
las
e-actividades ayudarán a que los alumnos dejen de ser
pasivos y se conviertan en activos, y al hecho de que el aprendizaje no se
refiera exclusivamente al almacenamiento memorístico de la información, sino más
bien a su reestructuración cognitiva; en definitiva, debemos llevar a cabo
verdaderas acciones de e-learning
y no de e-reading.
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